lunes, 4 de abril de 2011

Cantar puede reactivar el "habla" en el cerebro dañado.

Victoria Gill BBC Ciencia

Los pacientes con ictus, el accidente cerebrovascular caracterizado por la interrupción del flujo sanguíneo al cerebro, podrían "volver a conectar" su cerebro con lecciones de canto y así recuperar el habla.

Según expertos, a través del canto, los pacientes utilizan una zona distinta a la del habla afectada en el cerebro.

Si el "centro del habla" del individuo está dañado por un accidente cerebrovascular, en su lugar puede aprender a utilizar el "centro del canto".

Los expertos hicieron público estos hallazgos durante la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS, por sus siglas en ingles) en San Diego, Estados Unidos.

Los investigadores que participan en el estudio explicaron que un ensayo clínico en curso ha demostrado cómo el cerebro responde a la terapia de "entonación melódica".

Gottfried Schlaug, profesor de neurología en el Beth Israel Deaconess Medical Center y en la Harvard Medical School en Boston, EE.UU., dirigió el experimento.

La terapia ya se ha establecido como una técnica médica. El tratamiento se empezó a utilizar después de que se descubriera que los pacientes con ictus incapaces de hablar aún podían cantar.

Schlaug explicó que su estudio fue el primero en combinar esta terapia con imágenes del cerebro, "para mostrar lo que realmente está sucediendo" cuando los pacientes aprenden a cantar sus palabras.

Establecer conexiones
La mayoría de las conexiones entre las áreas del cerebro que controlan el movimiento y los que controlan la audición está en el lado izquierdo del cerebro.

"Pero hay una especie de agujero en el lado derecho", dijo Schlaug.

"Por alguna razón, no está tan dotado de esas conexiones, con lo cual el lado izquierdo es el que más se usa para el habla", continuó el experto. "Si se daña el hemisferio izquierdo, el derecho tiene problemas (para suplir ese papel)”.

Pero a medida que los pacientes aprenden a traducir sus palabras en melodías, las conexiones fundamentales del lado derecho del cerebro se empiezan a formar.

Estudios anteriores han demostrado que este "centro del canto" está excesivamente desarrollado en los cerebros de los cantantes profesionales.

Durante las sesiones de la terapia, a los pacientes se les enseña a traducir sus palabras a melodías simples.

Schlaug señaló que tras la primera sesión, un paciente con accidente cerebrovascular incapaz de formar cualquier palabra inteligible puede aprender a decir "tengo sed" gracias a la combinación de cada sílaba con la nota de una melodía.

A los pacientes también se les anima deletrear cada sílaba con sus manos. Esta técnica permite al paciente tener una especie de "marcapasos interno" que, según Schlaug, hace que el tratamiento sea más eficaz.

"La música podría ser un medio alternativo para comprometer las zonas del cerebro que normalmente no lo están", agregó.

Sonidos cerebrales
Por su parte, Patel Aniruddb, del Instituto de Neurociencias en San Diego, dijo que el estudio fue un ejemplo del "boom de la investigación de la música y el cerebro" en la última década.

"Algunas veces la gente pregunta en qué parte del cerebro se procesa la música, y la respuesta es en en todas partes por encima del cuello", comentó Aniruddb.

"La música agrupa grandes zonas del cerebro, no sólo ilumina un lugar en la corteza auditiva."

Nina Kraus, neurocientífica de la Universidad Northwestern de Chicago, también estudia los efectos de la música en el cerebro.

En su investigación registra la respuesta del cerebro a la música mediante electrodos en el cuero cabelludo.

Este trabajo le ha permitido "reproducir" la actividad eléctrica de las células del cerebro cuando se recogen los sonidos.

"Las neuronas trabajan con electricidad. Si puedes grabar la electricidad del cerebro, puedes reproducirlo por altavoces y escuchar cómo el cerebro procesa los sonidos", explicó.

Kraus también ha descubierto que la formación musical parece aumentar la capacidad de realizar otras tareas, como la lectura.

Dijo que las investigaciones sobre cómo el cerebro responde a la música aporta pruebas de que la formación musical representa una parte importante en la educación de los niños.

"La música podría ser un medio alternativo para comprometer las zonas del cerebro que normalmente no lo están"
Gottfried Schlaug

¿Por qué la música nos hace sentir bien?



BBC - Ciencias - Lóndres

La música libera sustancias químicas en el cerebro que son responsables de hacernos sentir bien, dice una investigación.

El estudio, publicado en Nature Neuroscience, descubrió que los compuestos químicos se liberan en el momento en que sentimos más placer escuchando la música que nos gusta.

Según los científicos de la Universidad de McGill en Montreal, Canadá, ésta es la primera vez que se comprueba que este compuesto químico, llamado dopamina, está vinculado a la música.

Se sabe que la dopamina se incrementa en respuesta a otros estímulos o actividades de recompensa como la comida, las relaciones sexuales u obtener dinero.

Esta sustancia también produce un estado de bienestar con ciertos estímulos tangibles, como estar enamorado.

En el nuevo estudio, se encontró que los niveles de dopamina eran hasta 9% más altos cuando los voluntarios estaban escuchando música que les agradaba.

Los investigadores afirman que este resultado es significativo porque comprueba que los humanos obtenemos placer de la música, una recompensa abstracta, que es comparable con el placer que se obtiene de estímulos biológicos más básicos.

La doctora Vicky Williamson, psicóloga musical del Goldsmiths College de la Universidad de Londres, recibió positivamente la investigación.

Según la experta, hasta ahora los estudios no han respondido porqué la música es tan importante para el ser humano, a pesar de que han comprobado que es un hecho.

"El estudio demuestra que la música está vinculada con nuestros sistemas de recompensa más profundos", explica la doctora Williamson.



"Escalofrío" musical
La investigación involucró escanear el cerebro de ocho voluntarios durante tres sesiones, utilizando dos tipos distintos de escáner.

Esta muestra relativamente pequeña fue seleccionada de un grupo inicial de 217 personas.

Esto se debió a que fue necesario que los participantes experimentaran sensaciones de placer de forma consistente al escuchar la misma pieza musical y sin que éstas se redujeran después de múltiples repeticiones o en distintos ambientes.

Se utilizó un tipo de escáner llamado tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés) en dos sesiones. En la primera, los voluntarios escuchaban música que les daba enorme placer y en la segunda debían escuchar música a la cual eran indiferentes.

En una tercera sesión, la música fue alternada entre la placentera y la neutral mientras se les sometía a un escáner de imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf).

Los datos obtenidos de los dos distintos tipos de escáner fueron analizados y los científicos pudieron estimar la liberación de dopamina.

La transmisión de dopamina fue más alta cuando los participantes estaban escuchando música que gozaban.

Respuesta emocional

Un elemento clave del estudio fue la medición de la liberación de dopamina cuando los participantes estaban experimentando su mayor respuesta emocional a la música.

Para hacerlo, los científicos marcaron el momento cuando los participantes sentían un escalofrío que les recorría la espalda del tipo que mucha gente experimenta en respuesta a su música favorita

Este "escalofrío" musical indicó cuándo los voluntarios sentían el placer máximo.

Los escáneres mostraron una mayor transmisión de dopamina cuando los participantes sentían el escalofrío. Y cuando estaban escuchando la música que no les producía esa emoción, se liberaba menos cantidad de esa sustancia.

Tal como señala el doctor Robert Zatorre, quien dirigió el estudio, "necesitábamos estar seguros que podíamos encontrar a gente que sintiera escalofríos de forma muy consistente y precisa".

"Porque una vez que los sometíamos al escáner, si no tenían escalofríos no teníamos nada que medir".

"El otro factor que fue importante es que deseábamos eliminar cualquier confusión potencial derivada de asociaciones verbales, así que sólo usamos música instrumental".

"Esto también eliminó a muchos de los que se presentaron en la muestra original, porque la múscia que trajeron al experimento y que les agradaba tenía letras", explica el investigador.

"El estudio demuestra que la música está inextricablemte vinculada con nuestros sistemas de recompensa más profundos"
Dra. Vicky Williamson, Universidad de Londres